En la sociedad en la que actualmente nos encontramos inmersos ha surgido una nueva dinámica en la que el consumo se ha vuelto el protagonista; para las nuevas generaciones el consumir no sólo satisface sus necesidades básicas sino que brinda un sentido de pertenencia, las hace sentir felices e incluso puede satisfacer necesidades personales.
Sin embargo, poco se habla acerca de las implicaciones de una sociedad de consumo, ¿de donde vienen las cosas que compramos y qué sucede cuando nos deshacemos de ellas? La respuesta está en un sistema basado en cinco puntos: extracción, producción, distribución, consumo y descarte, analicemos.
El primer elemento del sistema es la extracción y consiste en la explotación de los recursos naturales, sin embargo, vivimos en un planeta finito y estos se están terminando debido a que estamos comprando más de lo necesario; otra consecuencia de la explotación de recursos naturales es que cada vez más gente se traslada a las ciudades en busca de mejores oportunidades de empleo.
El segundo paso de esta cadena es la producción y en este aspecto basta decir que cada vez se usa más energia y se producen gases toxicos que generan un ambiente negativo para la salud principalmente para quienes trabajan en fabricas (por ejemplo: mujeres en edad reproductiva) y para quienes viven cerca de ellas.
Una vez producidos los bienes, el siguiente paso es la distribución y en este aspecto, las corporaciones tienen dos objetivos, mantener precios bajos y hacer que la gente compre cada vez más.
Pero, ¿Cómo pueden mantener precios bajos? externalizando costos, es decir, el costo real de producir los bienes no está capturado en el precio del mismo, el precio lo paga la gente que pierde los recursos naturales en los lugares donde vive, quienes viven la pérdida de su aire limpio entre otras muchas cosas.
El corazón del sistema es el consumo, y desafortunadamente nuestra identidad se basa en ser consumidores, la principal forma en la que nuestro valor es medido es por cómo y cuanto consumimos.
Lo curioso es que el esquema basado en el consumo no surgió de la nada, fue diseñado despues de la segunda guerra mundial, como estratégia para levantar la economía de los Estados Unidos, desde entonces el proposito de la economía norteamericana se convirtió en producir más bienes de consumo por medio de la obsolescencia programada y la obsolecencia percibida.
La obsolescencia programada consiste en diseñar las cosas para que se vuelvan inutiles en poco tiempo, para que las tiremos y compremos de nuevo (por ejemplo: las computadoras), y la obsolescencia percibida consiste en convencernos de desechar las cosas aunque estén en perfecto uso, por medio de cambiar la apariencia del producto de tal modo que sea notorio que tus cosas fueron adquiridas tiempo atrás, la moda es un buen ejemplo.
En una sociedad basada en el consumo tenemos más cosas pero menos tiempo para ser felices pues dedicamos más tiempo a nuestro trabajo para poder conseguir el dinero suficiente para seguir consumiendo.
¿Sabías que el 99% de las cosas que consumimos en menos de seis meses ya son basura?
La última parte de este sistema viene cuando nos deshacemos de las cosas que consumimos y que los medios de comunicación y la sociedad nos hacen creer que son inservibles.
Toda la basura termina en un relleno sanitario que no es otra cosa que un gran agujero en la tierra o en todo caso, es quemada y posteriormente depositada en el relleno sanitario, pero ambas contaminan el aire, el agua y la tierra.
Reciclar la basura es una buena opción pero no es suficiente, por cada bolsa de basura que desechamos las industrías desechan aproximadamente setenta más.
Cómo podemos ver el sistema está en crisis, sin embargo, hay muchos puntos donde podemos intervenir: hay gente trabajando para salvar los bosques, para lograr una producción limpia, gente luchando por los derechos de los trabajadores y lo más importante, por un consumo consciente. Y tú ¿en qué estás trabajando?
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